Hace dos años escribía algo así como Acciones
inconexas, resultados desastrosos y hacía referencia a actos voluntariosos
pero poco efectivos de la sociedad para mostrar su inmenso descontento ante la
inactividad, incapacidad o definitiva belicosidad del estado mexicano.
Hace unos días apareció el nuevo reglamento de tránsito
de la Ciudad de México y con él la aplicación de cibermultas (que en realidad
tienen más de 10 años aplicándose en el DF), he escuchado tantas y tan variadas
historias al respecto de los equipos que toman las imágenes, como que en
Congreso de la Unión hacen una cada 6 segundos o que la empresa que maneja los
aparatos cobra mil pesos por multa, que en ocasiones pienso en los “periodistas”
y en la sociedad como meros repetidores de mitos urbanos o creencias.
La ciudad de México, la autoridad de la ciudad de México
ha sido “omisa” (por decir lo menos) respecto de la aplicación de la
legalidad en materia de tránsito, desde hace no menos de cuarenta años, recuerdo
en los años 70 cuando un tío abuelo vino de paseo de Chicago y en un crucero de
dos calles menores de la ciudad tras observar el cambio de la luz del semáforo
a verde inició la marcha de su vehículo y mi padre le dijo “no
chilo, aquí antes tienes que mirar si no va a pasar un auto” se me
quedó tan gravada aquella mirada que decía algo así como “y entonces para que están los
semáforos”
En los 80 se nos dijo que el sistema de semaforización de
la ciudad era el más moderno del mundo, pero siguió siendo el mismo, en donde
cambia a verde y hay que voltear a ver si no arranca o acelera un vehículo de
la bocacalle.
A finales del siglo pasado ya cuando Cuauhtémoc Cárdenas había dejado la Jefatura de Gobierno para ser
candidato a la Presidencia, me pidieron un trabajo para reordenar el
estacionamiento en cinco calles del centro histórico de la ciudad, entonces los
equipos lectores (scaners) eran equipos caros, pero propuse una cantidad
limitada de agentes (femenino) que transitara por esas calles y con el scaner en
mano infraccionara y entregara los conductores la multa, el estudio aseguraba
que en tres semanas los conductores habrían reducido al mínimo el estacionarse
en ellas y en no más de seis semanas ya no habría infracciones.
Entonces se me tachó de indolente, insensible y hasta un empleadito
de tercer nivel me señaló como “enemigo de la izquierda”, la tecnología
avanzó en 15 años, hoy el DF ha colocado cámaras fotográficas para “auxiliarse”
en la función de cobro de multas y hay muchas voces que lo tachan de indolente
o insensible, a mi me parece que el olvido, la omisión, la falta de capacidad y
hasta la absoluta indolencia de cuatro décadas requiere una acción inmediata
para tratar de remediar el asunto.
Crear ciudadanía consiente implica medidas drásticas, hoy
la Ciudad de México es uno de los piores (así) caos de la república
(vaya que eso es decir) en materia de vialidades y convivencia entre los diferentes
usuarios de las vialidades, poco nos hace falta para agarrar a garrotazos o
golpes al ciclista que transita en la banqueta o al conductor de vehículos que
se estaciona sobre el paso peatonal o peor aun al que se estaciona en los
espacios reservados para personas con capacidades diferentes.
Cuarenta años de olvido en materia de vialidad en la
Ciudad de México son equivalentes a los años de olvido del Estado mexicano en
materia de actualización docente, en materia de contratación de personal, en
materia de inversión en infraestructura física educativa y en tantos otros
aspectos de la educación.
Allá se trata de resolverlos con una “evaluación”
docente (que después va a llevar capacitación) acá se trata de resolverlo con
la imposición indiscriminada de multas.
Cuarenta años de omisión y un estado represivo, la
diferencia es que la educación es una función gubernamental desde la
constitución y la regulación del tránsito sólo una normatividad municipal.
Si, a acciones inconexas, sólo obtendremos resultados
desastrosos como país.
SALUD
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