Si no las has visto,
debes ver:
El
Partido nacional Revolucionario (PNR) abuelito del PRI, nació “oficialmente”
en el último informe de gobierno de Plutarco
Elías Calles como presidente de la república; fue en un acto “solemne”
de Estado, en donde se anunció la necesaria creación “de ese instituto que garantice la
estabilidad nacional”, el Proyecto de Estatutos del PNR (presentado el
20 de enero de 1929) dice “Art. 1o. El objeto del Partido Nacional
Revolucionario es el de mantener de modo permanente y por medio de la
unificación de los elementos revolucionarios del país, una disciplina de sostén
al orden legal creado por el triunfo de la Revolución Mexicana” nació
oficialmente en marzo de ese año, tras una Convención y obviamente su primer
presidente fue el mismo Elías Calles,
que además “ostento” (o usurpó) el título de “Jefe Máximo” del
movimiento.
Tras el
asesinato de Obregón (ya candidato electo), Elías Calles decidió no prolongar su periodo y nombrar un candidato
emergente (que aún violando la carta magna (pues Emilio Portes Gil es hijo de Domingo Portes, un exiliado Dominicano;
lo que contravenía la posibilidad de ser presidente, pero “en bien de la nación” el
Congreso de la Unión pasó por alto el detalle)
Para el
proceso electoral que se convocó, Aarón
Sáenz Garza (cuasi hermano de Álvaro Obregón y administrador de los
inmensos recursos de la ya entonces muy poderosa familia Creel-Terrazas, de la familia Escalante
(Amparo Escalante viuda de Ramón Corral es hija de Vicente Escalante, para entonces
poderoso comerciante sonorense) y con muy importantes vínculos con las familias
neolonesas de entonces, quiso ser postulado; pero el “Jefe Máximo” se inclinó
por postular a Pascual Ortiz Rubio
(michoacano y tibio carrancista), a quien manejaría con mayor facilidad.
Ese es el
primer acto de “sumisión” de un hombre a la “institución” electoral
del PRI, ese es el inicio de lo que se conoce como la “disciplina partidista”
apenas a unos meses de la fundación del partidazo.
Esos
episodios se repitieron de manera reiterada y permanente durante los primeros 60
años del predominio de esa fuerza política en México (fue hasta 1989 en que el
PRI pierde por primera vez una gubernatura) ahí caben infinidad de “anécdotas”;
de “jocosos
episodios”; de “incidentes” y hasta de actos de
franca represión por parte de los órganos del Estado mexicano, contra quienes
intentaron no acatarla.
En verdad
intentar platicar cada uno de ellos o los más relevantes, es más sólo
enumerarlos (sin abundar en lo que pasó) no alcanzarían a hacerlo en unas
cuatrocientas cuartillas; pero recordaré dos, uno de relevancia nacional y otro
de impacto muy regional: en 1951, Miguel
Henríquez Guzmán, que se había integrado al Ejército en 1938 y que participó
de manera insustancial en la campaña presidencial de Juan Andrew Almazán de 1940; que era miembro del Partido de la
Revolución Mexicana (PRM) y que se mantuvo como miembro del PRI (pese a que se
eliminó el sector militar en 1946); decidió con el apoyo de su hermano Jorge Henríquez Guzmán (importante
empresario de la época, era dueño de la constructora El Águila, que cimentó las carreteras México-Laredo y
México-Guadalajara, durante la administración de Miguel Alemán), con el “apoyo” no declarado de Lázaro Cárdenas del Río y de amplias
capas de mandos militares y de los grupos cardenistas, que al interior del
gobierno y del ejército mantenían amplia presencia; lanzó su candidatura a la
presidencia de la república como candidato del Partido Constitucionalista Mexicano
de Francisco J. Mújica (muy amigo de Lázaro
Cárdenas, en cuyo gobierno fue Secretario de Economía) y la Federación de Partidos
del Pueblo de México.
Su
campaña se basó en una pieza musical que se repitió hasta el cansancio hasta en
los más apartados rincones del territorio nacional, sin importar el resultado
real del proceso electoral, se le reconoció casi el 16% del voto (más del doble
que al candidato del PAN Efraín González
Luna.
Miguel Henríquez, se retiró de la
vida pública hasta su muerte en 1972 y su hermano Jorge, perdió parte de sus empresas y se dedicó a la administración
de hoteles hacia el final de su vida; el sistema les cobró su osadía.
Por
cierto el resultado de ese proceso electoral le dio la victoria a Adolfo Ruiz Cortines y el presidente en
turno era Miguel Alemán Valdés; pues
bien, el señor Alemán, un más bien proletario que tardó 10 años en concluir la
carrera de leyes (pues tenía que trabajar para lograrlo) se hace “amigo”
de Gabriel Ramos Millán (uno de los más importantes emprendedores y adinerados
empresarios de la década de los 20 en México) y se dedica a la defensa de
empresas en materia laboral; se interesa en la política y con el apoyo de unos
empresarios veracruzanos a los que había defendido en diversos casos, logra la
postulación como diputado suplente, después como Senador de la República también
por Veracruz; pues bien, siendo senador electo y siendo Gobernador electo (Manlio Fabio Altamirano Flores) una
noche es “asesinado” (aun no se sabe por quién) ese señor y así, como de la
nada surge la figura (que era NADA) de Migél Alemán, para ocupar el puesto del
asesinado.
El
sistema el partido, el proyecto superior de nación, las circunstancias hacen de
la nada una figura, que por cierto desde el poder hizo multimillonarios
negocios a costa de todos nosotros.
Pero como
esas historias de la picaresca nacional, hay miles, quizá millones desde el
nivel local; de sumisión, de disciplina e indisciplina, de rebelión y represión
que siempre se justificó en el “bien de la nación” ahí se justificaron
actos brutales como la matanza
de jóvenes en Tlatelolco en 1968; ahí se ahí “justificó” la guerra
sucia contra los disidentes entre los años 70 y hasta los 90.
Así “argumentó” Salinas su actuar las concertacesiones; así Zedillo “arguyó” su actuar frente
a la limitación selectiva de recursos para las entidades federativas.
Aún en el
régimen salinista, la presidencia nacional del CEN del PRI, era una cartera
más, un nombramiento más que estaba abrogado de manera meta constitucional al presidente
de la república, es más aun la actual dirigencia nacional del partido obedece a
los intereses del presidente y estará ahí hasta que a él le sirva.
Me centré
en la “disciplina” partidista, pues la agenda del PRI tras el proceso
electoral y ante el cambio de México desde 1997, en que Fox trastocó el sistema, los priistas no han entendido y parece que
no entenderán; la “campaña” de Fox se
basó en atacar, minar, enfrentar al sistema y hacerlo ver como algo caduco e
inservible; descarnadamente, Vicente
se encargó de presentarnos unas estructuras absolutamente caducas y logró
ganar.
Pero Fox era parte de esa corrupción
rampante que se da en México, de hecho era beneficiario de las complicidades y
componendas del régimen y Zedillo,
en lugar de dejar que los titulares de las Dependencias se encargaran de
encuerarlo, les “pidió” no intervenir; Vicente
Fox era responsable de actos criminales en México y en Estados Unidos
existía una investigación sobre las empresas de los Hermanos Fox, por contrabando de estupefacientes (cocaína). Para
los interesados revisen: El Oso y el Puercoespín de Jefrey Davidow, p. 100 y ss (y la 1ª edición norteamericana es mucho
más profusa y explícita en lo ahí dicho)
Zedillo, “aconsejó”
a los tiradores a la presidencia de la república, “no entrar en confrontación con Vicente
Fox”, es más puedo decirles que ya en campaña, que el día del debate
presidencial, cuando Fox atacó a Labastida señalándolo como parte del
Fobaproa y acusándolo de haberse beneficiado de él, Labastida tenía en sus mano un contrato original autógrafo (firmado
por Vicente Fox, en representación
de Hermanos Fox) en el que se había “renegociado”
la deuda de las empresas familiares con COMERMEX, pasando de 3,600 a menos de
400 millones de pesos, bastaba con habérselo mostrado y preguntarle “si
esa era su firma”; no entiendo el nivel de sumisión de Labastida,
tampoco el de otros miles de priistas que agachaban la cabeza y aceptaban las “instrucciones”
Pero
entiendo que el régimen totalitario de más de 70 años de priismo (con sus
diferente facetas) mantuvo estructuras de control (premio-castigo) que filtró a
los más aptos, a los “menos” corruptos, a los “más
acordes”, a los subordinados y hasta a los sumisos. Esa estructura que repartía el poder y
enfrentaba a los integrantes, ofreció resultados pero ya no; además la actual
administración ni siquiera ha logrado eso.
El PRI
debe buscar desligarse de la férula aplastante del cacique mayor; imponer su
agenda independientemente de la del presidente de la república, de lo contrario
se enfila irremediablemente a otra gran derrota; pues las televisoras pueden
hacer hasta un “candidato independiente”
Como reza esa premisa de Don Jesús: "se buscan priistas para salvar al partido"
SALUD
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