Ayer, el Presidente de la CNDH, Raúl Plascencia Villanueva, durante una comparecencia en la
Comisión de Derechos Humanos del Senado de la república, aseguró que el número
de desplazados internos desde que caldeRon salió a matar moscas con escoba es
de unos 150 mil personas (solo para comparar según el censo de 2010 en Dolores
Hidalgo, Cuna de la Independencia Nacional; viven menos personas que esas).
También dio a conocer que en ese lapso se han documentado 24,800
personas desaparecidas, señalando que: “en 612 casos existe la presunción de
intervención de agentes del Estado mexicano en la desaparición de estas
personas; 267 en donde hay indicios de que intervinieron elementos o personas
miembros de la delincuencia organizada; 1,424 casos en los cuales no hay
indicios claros de intervención de autoridad federal, o bien, delincuencia
organizada, pero tampoco se podría descartar esa circunstancia por el modus
operandi identificado” SALUD
Diez
años de “guerra” y un saldo desastroso, aun midiéndolo en el sentido más
comercialista que se nos ha tratado de presentar, como un mal necesario y
urgente, aun viéndolo como parte de los daños colaterales de un evento
catastrófico, es un daño irreparable a la economía, a la sociedad, a la vida de
unos 500 mil mexicanos.
Unas cifra así debían causar por si solas un impacto en la
sociedad mexicana, pero parecen normales, parecen hasta pequeñas. Han dejado de causar horror, para ser
cotidianas, hemos asumido que allá, en la guerra, hay muertos, hay
desaparecidos y hay desplazados; también ahora estamos asumiendo que esos 612
personas desaparecidas por las fuerzas de seguridad del Estado, son parte de lo
que pasa cuando pasa. SALUD
Cuando un Estado deja de lado valores como los derechos
humanos, cuando las fuerzas de seguridad se coinvierten en ejecutores de la
justicia (por más justificada que sea esa) se pierde primero un valor
fundamental nacional, la solidaridad; pero se pierden otras muchas cosas.
Diría un destacadísimo mexicano del siglo XIX ¿Cómo exigir
al ciudadano que respete la ley cuando el Estado la infringe?, pues si ¿cómo? Y
yo pregunto ¿cómo esperan cohesión social, si se han encargado de dinamitar
todos sus puentes?
El México que caldeRon
dejó y el que la actual “administración” mantiene en estado
de sitio permanente, en el que cualquier crucero puede convertirse en un
asalto, en el que la delincuencia se sobrepone al Estado y se entremezcla con
él, en donde los secuestradores son parte de los cuerpos de “seguridad”,
es sin lugar a dudas un ESTADO FALLIDO; pero una sociedad que soporta ser
desplazada, vejada por sus órganos administrativos y desaparecida no sólo
física sino intelectualmente, es una SOCIEDAD FALLIDA.
Es hora de hacer ver a esos sátrapas que su intento por cohonestar
su acción violenta, desgastan a la sociedad, una sociedad que sigue aceptando un destino violento, acabará por ser violenta en su conjunto.
SALUD
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