Aseguran que si hay una “nueva estrategia” en la
lucha contra el crimen organizado en México, aseguran que no se trata de
descabezar cárteles para esperar el surgimiento de nuevos liderazgos, aseguran
que tanto la PFP, como el Ejército y la Marina reorientan baterías en los
principales centros de operación de las bandas o pandillas que bajo la marca Los Zeta están operando y ahora quedan
a la deriva.
Un hecho es innegable en la presente circunstancia, Los Zeta no son una estructura homogénea
de intereses y los mandos han estado sujetos a tal nivel de desgaste que
seguramente los jaloneos y las rebatingas por el “poder” van a desgranar
parte de la mazorca.
Según puedo deducir de esto, la intención de las fuerzas
públicas de seguridad (especialmente del Ejército y la Marina) es aprovechar el
descontrol y a parir de los brotes de violencia local que se desate cerrar círculos
en torno de grupos criminales locales que han operado bajo la marca de Los Zeta.
Pero, como es sabido que esos grupos delincuenciales están
coludidos con las estructuras de procuración y administración de justicia local
y (quizá) con algunos mando militares y políticos locales, se pretende “atacarlos”
con sangre nueva, con grupos militares ajenos a la zona y de hecho este fin de
semana recorrí unos 1,000 kilómetros de carreteras del centro del país y una
gran cantidad de elementos militares están siendo desplazados.
Según me informan, la capacidad operativa del Ejercito se
limita a unos tres meses, es decir este manotazo al avispero, debe rendir
frutos en muy corto plazo, deberá ser muy efectivo en los lugares de alta
incidencia criminal y niveles de descontento de los mandos locales con las
cúpulas de Los Zeta.
Dado que el centro de operaciones del cártel es el noreste
de la República y ahí el control aparte de territorial, es estricto sobre sus
estructuras operativas, se debe suponer que tras la caída o estrega o negociación
realizada con Miguel Ángel Treviño,
Los Zeta continuarán con su operación cotidiana, bajo el mando de una nueva
dirección (ya sea Omar su hermano o José su hijo u otra capaz de haber asumido
o de asumir el mando) sin que ello implique cambios en el nivel de violencia
local.
Parecería pues que los niveles de violencia por asumir el
control de los otros grupos puede suceder en el norte de Veracruz; la parte
oeste de Michoacán; las zonas huastecas de Hidalgo y San Luis Potosí; las
ciudades medias del corredor del Bajío y algunos otros polos más localizados
como Cancún, Oaxaca, Puebla (y sus alrededores), Cuernavaca y quizá los
municipios conurbados de la Ciudad de México.
Ahora bien, un modelo de ataque de esta envergadura y con
esas características de territorialidad, implica haber realizado con suficiente
tiempo e “inteligencia” para contar con los nombres, formas de operar y estructuras
de operación, para SABER si tienen o cuentan con protección oficial y de que organización.
Sin embargo y en tanto que apenas se están movilizando fuerzas
militares durante el fin de semana posterior a la “detención” de Treviño Morales,
debiera suponer que NO SE CUENTA con ese trabajo previo y que más bien están
reaccionando tras la alerta generada por la acción previa, es decir, de manera
reactiva como lo han hecho siempre.
Así pues, bajo esta circunstancia, la violencia se suscitará,
será atacada, quizá logre detenciones importantes, pero NO HAY un nuevo esquema
o una nueva estrategia de ataque al crimen organizado.
SALUD
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